martes, 25 de junio de 2013

TE VI EN UN SUEÑO
-CARTA A UNA HIJA POR LLEGAR-
      Acababa de nacer, aunque ya tenía el aspecto de una cría de diez u once años; nadie podía entenderlo, ni siquiera su padre, ni siquiera yo.
     Su cuerpo temblaba, de la misma forma en que lo haría si tuviese frío, mucho frío; sus grandes ojos castaños buscaban nerviosamente un punto en el que fijarse y encontrar algo de paz. Sus cabellos, demasiado oscuros para ser rubios y excesivamente claros para ser castaños, estaban humedecidos por el sudor. Tan pronto como caí en la cuenta de que era ella, mi hija, y de que algo la atormentaba, corrí a estrecharla entre mis brazos y susurrarle "tranquila hija mía, desde hoy, mi misión en la vida es cuidar de ti, hacer que tú seas feliz". Ella me abrazaba firmemente, con una fuerza descomunal para una recién nacida, aunque ya fuese toda una niña de diez años. Nadie era capaz de entender su temor, el motivo de su inquietud, de su desazón ...ni siquiera yo, su padre.
     Ella sabía que pronto, muy pronto, estaría definitivamente en este mundo, y no sólo en el reino de los sueños, donde el tiempo y el espacio no existen. "Entonces -me dijo-, cuando nazca, olvidaré todo lo que ahora sé; tendré que volver a aprenderlo todo, incluso a hablar, a atarme los zapatos, a distinguir los colores..., a descubrir quién soy en verdad".
     Tranquila hija mía; tú eres, y siempre serás, mi ángel, mi luz, mi salvación; y a recordar todas esas cosas, que no son tan importantes como parecen -hablar, andar o escribir-, incluso yo te puedo ayudar.

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