ARMAS
QUÍMICAS
Hay días en que resulta realmente difícil
no sucumbir a la tentación de creer que, definitivamente, uno se ha vuelto
gilipollas del todo.
Hoy por ejemplo, me ha costado horrores
procesar el hecho de oír al Premio Nobel de la Paz de 2009, Barraca Obama -así
se escribe, su nombre, el del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica,
¿no?- apuntar que no quedaba más remedio que 'castigar militarmente' al régimen
sirio por el uso de armas químicas contra su población, y dejarle claro así al
señor Al-Asad que esto no puede volver a suceder. ¡Ojo! O yo soy muy corto y no
he sido capaz de entender el auténtico mensaje que el 'heredero ideológico' de Martin
Luther King le lanzaba al líder sirio, o el problema sólo radica en el uso de
gas sarín y demás productos 'cosméticos' en fase de pruebas y no en el hecho de
que desde el 26 de enero de 2011 hayan muerto por aquellos lares algo más de cien mil (100.000)
personas, entre los que se cuentan en torno a treinta y siete mil (37.000)
civiles.
Cuando aún no había conseguido salir completamente
de mi asombro, un paquete de pañuelos de papel -que no kleenex, que es el
nombre de una marca y no de un producto genérico-, concretamente de la marca
Renova, llama mi atención; en su interior unos pañuelitos de color rosado que
desprenden un aroma a rosas, algo que, por otra parte, puede intuirse dado que
en su parte frontal, el paquete muestra la imagen de varios capullos de rosa. Pero,
ahí no queda la cosa; agárrense los machos, en el anverso del envoltorio reza
el siguiente eslogan: "un aroma único que revela el delicado secreto de la
vida moderna". ¿Un aroma que revela el secreto, delicado, de la vida
moderna? Y claro, a uno que es más bien simple e incapaz, aún a día de hoy, de
responder a la cuestión acerca del olor de las nubes, todo lo que se le ocurre
es plantearse una nueva pregunta: ¿armas químicas?
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