lunes, 12 de agosto de 2013

NADA
(Epicoema de reducida longitud
 aunque no modestas pretensiones)
Me preguntó,
como siempre inquisitivo,
exigiendo su propia y amada
respuesta
vacía,
esperando
no estoy seguro si algo
o un simple y eterno silencio….,
¿quién puede saberlo?

Y respondí
fiel a mis opciones más bien escasas,
casi dejándome llevar,
rodando;
nada.
No hubo silencio,
simplemente nada;
sin procedencia ni proceso,
ni remite sin señas…,
no hubo nada.

Entonces decidió
-digo decidió porque lo conozco-
cambiar su semblante
y sonrió,
me preguntó por ti;
nada,
ya lo he dicho, nada.

“Cómo nació el Rock’n’Roll”,
está claro
-al menos a mí me lo parece-,
intentaba la proximidad
cómplice instigador del ruido
oculto,
pero es cierto, ya lo he dicho;
nada.

Buscó entonces
en el fondo oscuro
de mis raídos y estrechos pantalones
negros,
con manos de acero
y frío en los ojos,
a la desesperada
del que busca oro
por última vez
y no halla ni tierra
en la que escarbar…,
nada.

Y me diste calor…;
abrigo nuevo
para el hielo familiar,
y una noche lejos,
en  la distante luna del ruido
y el olvido.

Volvió vacío;
sin nada el la lengua,
sin flechas en las manos,
sin rojo en la paleta,
sin gorro estúpido,
sin perros hambrientos,
sin palomas mutiladas.

Y creo,
solamente lo creo
-porque sólo puedo ahora creer-,
esperó a que te durmieses
para intentar matarme
sin ruido
-porque yo no grito
cuando tú duermes-,
y entonces me fui.

Caminé mucho y muchas
noches distantes
en el intento imposible de olvido
de tus ojos,
y ella…;
volví.

Sin nada y por nada,
o tal vez todo
después de Buenos Aires
y tus ojos.

Más tarde
llegó el mar… .

Aún más tarde
llegaron los ángeles
no celestiales… .

Al fin me hallé
sentado
en la cocina,
frente al escorpión preparado
para el ataque mortal
y sin nada;
“adiós amigo,
no me puedo defender,
adiós,
ya me voy
para no volver”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario