IROS
TODOS A TOMAR...
Tenía el grupo de rock Extremoduro un disco llamado 'Iros todos a tomar por
culo'. Salió al mercado en abril de 1997, era un directo que los placentinos
lanzaron a modo de grandes éxitos o recopilatorio de los diez primeros años de
su carrera. En él se encontraban temas de gran contundencia y crítica social
como 'Jesucristo García' o 'Ama, ama, ama y ensancha el alma', ácidas y
afiladas baladas rock como 'Deltoya' y 'Bri bri bli bli', amén de alguna que
otra desesperada declamación al más puro estilo Panero como 'Amor casto'.
Extremoduro nació como grupo una década
antes, en 1987, que fue el año de mi despertar al mundo de la música -concretamente,
de la mano de Loquillo y su 'Ritmo del garaje'-. La verdad es que tardé varios
años en cogerle el punto a los de Robe -Iniesta- y aún más en otorgarles el
valor que después me merecieron, cuando en un concierto en Oviedo consiguieron
deslumbrarme con sus larguísimos solos de guitarra recordando los de aquellos
Deep Purple gloriosos de los 70. Llegaron tarde, pero lo hicieron armando
jaleo, con rotunda contundencia.
Últimamente me vienen a la cabeza a menudo
aquellos primeros contactos con ellos; su falta de tacto -o tal vez, más que de
ausente, debiera catalogarlo de áspero-, su crudeza y rudeza tamizadas a través
del agradecido filtro de la desvergüenza, su descaro y esa sensación de
inmediatez que sus canciones suelen transmitir, les convierten en los perfectos
opositores a compositores oficiales de la banda sonora del descalabro
político-social de estos últimos años. Basta echarle un vistazo a sus letras, incluso
hay discos cuyos títulos resultan perfectas ilustraciones de algunos de los más
significativos episodios de este comienzo de siglo; por ejemplo '¿Dónde están
mis amigos?' Pregunta a la que alguno de estos a-mi-gos podría contestar, no con poca razón, con un sonoro 'Iros todos a
tomar por culo'.
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