martes, 8 de octubre de 2013

COKILI: HISTORIA DE UNA PRIMERA PALABRA
     En rigor 'cokili' no es una palabra; no lo es, de hecho y entre otras razones, porque no está reconocida por la Real Academia Española de la Lengua. No está incluida en el diccionario, como tampoco lo están otras como 'chupi' o 'supercalifragilisticoespialidoso' o 'cuqui'; 'guay' en cambio sí que aparece registrada. Todos ellos son términos claramente infantiles, pertenecientes al acervo cultural de los parlantes primerizos -o debutantes- y, con independencia de su aceptación o no por parte de la Real Academia, todos ellos tienen un significado que todos nosotros podemos identificar y definir con bastante unanimidad. Seguro.
     Así que creo que podría decirse que 'cokili' fue mi primera palabra, más allá de significados y significantes reconocidos, o de su difusión y uso lejos de mi entorno más inmediato. El hecho es que fue la primera combinación de sílabas no repetidas que salió de mi boca; nada de 'coco' o 'cucu', ni tampoco 'nino' o 'apum' -que, por otra parte, pueden tener muchísimo sentido para sus usuarios habituales-. Cokili, palabra clave y comodín en todas mis disertaciones. Cuando comencé a hablar, esto es, a soltar 'cokili' de cuando en cuando, no había cosa que me gustase más que ver llegar a mi padre del trabajo para poder charlar con él. Esto es algo que deduzco de las muchas historias que me han contado acerca de aquellos primeros días míos como comunicador; obviamente no recuerdo gran cosa de aquella época. Aunque digo 'gran cosa' y no 'nada' porque no sé hasta qué punto pueden mis recuerdos estar confundidos con mi imaginación. ¿Quién sabe? Podría ser que realmente lo recuerde todo a la perfección. El caso es que, cuando llegaba a casa, lo primero que mi padre hacía era acudir en mi busca y preguntarme qué tal me había ido el día; "cokili" respondía yo, "cokili cokili, co-kili... ¡cokili!". Siempre la misma palabra, jamás idéntica entonación. En mi cabeza, sin duda, cada sutil diferencia le confería un nuevo significado a mi 'palabra angular'; mi padre, en perfecta sincronización con su primogénito, me ayudaba a redactar las normas de uso de mi nuevo idioma mientras conversaba conmigo durante -al menos a mi me lo parecían - maravillosas e interminables horas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario