lunes, 11 de noviembre de 2013

     -La madre que los parió -gritaba Pascual desde su furgoneta de reparto urgente de medicamentos-, cinco ciclos de semáforo sin movernos y ellos sin aparecer; ¡¿dónde estarán?!
     Quiso la casualidad que en ese preciso instante se encontrase paseando por la acera, a la altura donde el atasco le había confinado, un conocido suyo, Fermín, que oyó sus lamentos y se acercó hasta su ventanilla a medio bajar.
     -Pero Pascual, ¿a qué tanta queja?
     Nuestro amigo, sin sorprenderse al ver aproximarse a Fermín, posiblemente por la creciente excitación, le responde sin ni siquiera saludar:
     -Pues, ¿has visto tú qué lío tenemos montado? Más de un cuarto de hora llevo sin moverme. ¿dónde está la Policía Local a estas horas? Deberían regular el tráfico, se supone que ese es uno de sus cometidos, ¿no?
     -Se supone -contesta Fermín a su amigo Pascual-, pero es que últimamente están muy ocupados poniéndoles multas a los hosteleros que han decidido sacar un tonel a la puerta de sus establecimientos; ya sabes, es muy difícil compaginar la obligación con la devoción y, después de todo, no dejan de ser funcionarios, eso de 'al servicio del ciudadano' es un poco etéreo. Más bien están 'al servicio del excelentísimo ciudadano señor alcalde' -y, guiñándole un ojo, añade-; tú ya me entiendes.

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