sábado, 1 de marzo de 2014

LA PATERNIDAD
     La paternidad lo cambia todo, incluso la cara que veo cuando me miro en el espejo.
     Un regalo por descubrir, muy despacio, con paciencia, poco a poco. Ahora somos una familia, tres novatos; una pequeña debutante en un nuevo mundo y un par de aprendices asustados. Hay tanto por descubrir...
     Yo siempre he sido un tipo muy ocupado, milimétricamente organizado; papá tiene que escribirle una carta a un agente literario, papá tiene que actualizar un par de artículos de su blog, papá tiene que ir a comprar unas pilas y una bombilla de bajo consumo, papá tiene que regar las plantas de la ventana del salón, papá tiene que preparar un presupuesto para un cliente, papá tiene que llamar por teléfono a un montón de gente con la que tiene que hablar, papá tiene que limpiar sus zapatos, papá tiene que pasar el aspirador, papá tiene que arreglar no sé qué que se ha roto. Pero, sabes qué, a papá todo eso le da igual; lo único que le apetece a papá es sentarse contigo en el regazo y observarte con calma, con todo el tiempo del mundo.
     La paternidad lo cambia todo. Desde hace una semana -mi hija nació hace exactamente siete días y once horas-, siempre que estoy fuera de casa, lejos de mi mujer y nuestra hija, todo en lo que puedo pensar es en volver y abrazarlas a ambas, reunificar una vez más a esta pequeña familia que hoy representa el más grande de los mundos para mí. Ahora, todo tiene otro color; el que le otorga este nuevo prisma desde el que todo lo observo. Salgo a trabajar porque, como un lobo alfa, mi deber es proveer a mi manada de cuanto puedan precisar, cumplo mis obligaciones con devoción y alegría, pues sé que con ellas siembro el camino que más tarde mi pequeña recorrerá, y espero que cuando lo haga, éste se encuentre lleno de hermosas flores y no de baches y barro. Incluso estas palabras; nunca antes fueron tan necesarias. Por una parte son el testimonio, disponible para ella desde hoy mismo y ya para siempre, de mi amor por ella, pero además, son el anhelo de que su inspiración trascienda estas páginas y le diga al mundo entero cuán fácil es ser feliz, sentirse pleno, completo... simplemente con una sonrisa compartida por un par de padres novatos y una debutante que aún no sabe nada de ese mundo que la espera ahí fuera.
     Sí, es cierto, la paternidad lo cambia todo; a papá ya no le duele la espalda, ni le molesta ese pitido que desde hace unos días ya no siente en la cabeza, a papá no han vuelto a darle calambres en la pierna derecha, y hasta parece que al fin ha aprendido a no cortarse cuando se afeita. Papá está aprendiendo a tomarse las cosas con calma, a darle tiempo al tiempo, a tener fría la cabeza, a escuchar con paciencia, a mirar con los ojos bien abiertos; papá está aprendiendo a ser papá, papá ha descubierto otra forma de sonreír.

No hay comentarios:

Publicar un comentario