miércoles, 23 de abril de 2014

A TRAVÉS DE UNA SONRISA
     A veces la vida te regala certezas absolutamente maravillosas, verdades cuyo conocimiento trae consigo algo parecido a la ataraxia de la que hablaban los griegos de antaño.
     Hoy, por ejemplo, me ha sido revelada una de esas certezas al contemplar la cara sonriente de mi hija que, por el simple hecho de verme aparecer, se ha alegrado y comenzado a 'hablar' y cantar. Hoy sé que no hace falta que haga algo especial, ninguna proeza, para que ella me quiera o se sienta orgullosa de mí; mi hija me quiere, sencillamente, como acto reflejo por el hecho de ser su padre y, en el futuro, se sentirá orgullosa de mí, no por los logros y las conquistas, no por lo que yo pueda hacer, sino por no haber hecho ciertas cosas. Hoy sé que, de la misma forma que ella siempre me tendrá a mí, yo siempre la tendré a ella.

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