A TRAVÉS DE UNA SONRISA
A veces la vida te regala certezas
absolutamente maravillosas, verdades cuyo conocimiento trae consigo algo
parecido a la ataraxia de la que hablaban los griegos de antaño.
Hoy, por ejemplo, me ha sido revelada una
de esas certezas al contemplar la cara sonriente de mi hija que, por el simple
hecho de verme aparecer, se ha alegrado y comenzado a 'hablar' y cantar. Hoy sé
que no hace falta que haga algo especial, ninguna proeza, para que ella me quiera
o se sienta orgullosa de mí; mi hija me quiere, sencillamente, como acto
reflejo por el hecho de ser su padre y, en el futuro, se sentirá orgullosa de
mí, no por los logros y las conquistas, no por lo que yo pueda hacer, sino por
no haber hecho ciertas cosas. Hoy sé que, de la misma forma que ella siempre me
tendrá a mí, yo siempre la tendré a ella.
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