PARADOJA # 537
Cuba es un país culto, instruido como pocos, y a pesar
de ello, tutelado por una casta de hipócritas que pretenden que sus leídos
ciudadanos sean imbéciles o, aún mejor, retrasados.
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E.T., que no es extraterrestre, si no
cubano de nacimiento y español de adopción desde hace unos años, estudió
arquitectura en La Habana; se graduó con las mejores notas de su promoción y se
negó a prometerle eterna fidelidad al Partido. A ver si va a ser..., no nos
equivoquemos, tampoco juró intentar destruirlo o traicionarlo o plantarle cara
o... No, sencillamente dijo que con él no iban las cuestiones políticas. Y ahí
se acabó su carrera como arquitecto en Cuba, antes incluso de empezar, y
comenzó la de estibador en el puerto.
Poco más hay que contar de la vida de E.T.
hasta hace siete años, cuando descubrió que tenía familia en Zamora y que
estaban deseando conocerle. Pidió permiso al Partido, que le fue concedido de
no muy buena gana, preparó una pequeña maleta y compró un billete de ida y
vuelta con los ahorros de toda su vida y parte de los de sus familiares. Tan
pronto como el vuelo A384 de Iberia tomó tierra, E.T. rompió el resguardo de
vuelta. El resto ya lo podemos imaginar.
Hoy E.T. acaba de firmar un contrato por el
que se encargará del diseño de la nueva sede de alguna empresa internacional;
al parecer E.T. ha resultado ser un genial arquitecto y, en la actualidad, todo
el mundo quiere tener uno de sus diseños. Desde La Habana alguien lleva
llamando todo el mes a su estudio para encargarle no sé qué altar en homenaje a
no sé quién del Partido. "Diles que he salido -contesta siempre E.T.
cuando su secretaría le pregunta qué debe hacer-; que he salido y no pienso
volver".
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