RECONSIDERACIONES ¿A TIEMPO?
Fedor A. Orwell era la biblioteca humana de
la editorial 'Franz Simenon y Asociados'; su cometido era el de leer y recordar
cualquier obra escrita. No era casualidad que la editorial 'Franz Simenon y
Asociados' tuviese un nombre que evocase, más que a una editorial, a un
despacho de abogados; en 'Franz Simenon y Asociados' podían presumir de hacer
bien las cosas, en ciento quince años de historia, jamás había sido acusado de
plagio ni uno solo de los libros por la editorial 'Franz Simenon y Asociados'
publicados. Ni uno solo, lo que quiere decir que Fedor A. Orwell, así como sus
antecesores, hacían muy bien su trabajo.
-En fin, Fedor, qué quieres que te diga
-soltó Emmanuel Paul, uno de los escritores más alabado de la editorial 'Franz
Simenon y Asociados'-; lo cierto es que apenas queda nada por descubrir.
-Eso no es cierto Emm; la sensación de que
todo está hecho acompaña al hombre desde hace siglos y no por ello hemos dejado
de sorprendernos de cuando en cuando al comprobar que no era así -replicó cortésmente
Fedor A. Orwell-.
-Está bien, eso no te lo negaré, pero ¿no
son todas y cada una de esas novelas que con tanto ahínco lees, repeticiones de
extractos de otras que son tan viejas que ya nadie las recuerda?
-Con esto das a entender que tú mismo has
hecho eso alguna vez, mi querido Emm.
-Alguna no, Fedor, ¡todas! No paro de
repetir y repetirme; de hecho, amigo mío, deja que te diga que esta misma
conversación ha sido sostenida alrededor de tres millones de veces antes de hoy
por unos cuantos miles de hombres, algunos incluso lo han hecho varias veces.
Fedor A. Orwell permaneció en silencio un
rato, igual que Emmanuel Paul, después reanudaron la conversación, aunque no
donde lo habían dejado.
Tres días más tarde Fedor A. Orwell se
encaminó, por primera vez en los veintisiete años que llevaba trabajando en la editorial
'Franz Simenon y Asociados', hacia el despacho de su superior por iniciativa
propia, sin haber sido previamente solicitados sus servicios. Abrió la puerta,
comprobó que nadie se hallaba dentro, se acercó al escritorio de Edmund Wise,
el editor jefe de la editorial 'Franz Simenon y Asociados', y, tras buscar y
encontrar en el bolsillo interior de su chaqueta, dejó un sobre cerrado con una
larguísima carta de dimisión dentro, encima de la mesa. Fedor A. Orwell, con
los ojos húmedos, acababa de comenzar una nueva vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario