jueves, 17 de abril de 2014

RECONSIDERACIONES ¿A TIEMPO?
     Fedor A. Orwell era la biblioteca humana de la editorial 'Franz Simenon y Asociados'; su cometido era el de leer y recordar cualquier obra escrita. No era casualidad que la editorial 'Franz Simenon y Asociados' tuviese un nombre que evocase, más que a una editorial, a un despacho de abogados; en 'Franz Simenon y Asociados' podían presumir de hacer bien las cosas, en ciento quince años de historia, jamás había sido acusado de plagio ni uno solo de los libros por la editorial 'Franz Simenon y Asociados' publicados. Ni uno solo, lo que quiere decir que Fedor A. Orwell, así como sus antecesores, hacían muy bien su trabajo.
     -En fin, Fedor, qué quieres que te diga -soltó Emmanuel Paul, uno de los escritores más alabado de la editorial 'Franz Simenon y Asociados'-; lo cierto es que apenas queda nada por descubrir.
     -Eso no es cierto Emm; la sensación de que todo está hecho acompaña al hombre desde hace siglos y no por ello hemos dejado de sorprendernos de cuando en cuando al comprobar que no era así -replicó cortésmente Fedor A. Orwell-.
     -Está bien, eso no te lo negaré, pero ¿no son todas y cada una de esas novelas que con tanto ahínco lees, repeticiones de extractos de otras que son tan viejas que ya nadie las recuerda?
     -Con esto das a entender que tú mismo has hecho eso alguna vez, mi querido Emm.
     -Alguna no, Fedor, ¡todas! No paro de repetir y repetirme; de hecho, amigo mío, deja que te diga que esta misma conversación ha sido sostenida alrededor de tres millones de veces antes de hoy por unos cuantos miles de hombres, algunos incluso lo han hecho varias veces.
     Fedor A. Orwell permaneció en silencio un rato, igual que Emmanuel Paul, después reanudaron la conversación, aunque no donde lo habían dejado.
     Tres días más tarde Fedor A. Orwell se encaminó, por primera vez en los veintisiete años que llevaba trabajando en la editorial 'Franz Simenon y Asociados', hacia el despacho de su superior por iniciativa propia, sin haber sido previamente solicitados sus servicios. Abrió la puerta, comprobó que nadie se hallaba dentro, se acercó al escritorio de Edmund Wise, el editor jefe de la editorial 'Franz Simenon y Asociados', y, tras buscar y encontrar en el bolsillo interior de su chaqueta, dejó un sobre cerrado con una larguísima carta de dimisión dentro, encima de la mesa. Fedor A. Orwell, con los ojos húmedos, acababa de comenzar una nueva vida.

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