Lo cierto es que ignoro quién es Jesús
Sánchez, no sé si continúa viviendo en esta ciudad o, incluso, si sigue vivo o
ha terminado por perder la cabeza y se ha suicidado. Todo lo que sé acerca de
él es que en su día, desconozco hace cuánto tiempo, tuvo un negocio, una tienda
de fotografía, aquí cerca, en la Calle de Samuel Sánchez. Lo sé porque el local
permanece sin alquilar, vacío, con un par de carteles ofertándolo con un número
de teléfono y con un mal conservado y sucio rótulo con las palabras 'Foto Jesús
Sánchez'; por eso lo sé.
Cuando yo llegué a este barrio el local ya
estaba así, cerrado, vacío, sucio; de eso hace ya algunos años. Por aquellos
días la calle no era 'de Samuel Sánchez' si no 'del Teniente Coronel Tejeiro'.
Algunos días, cuando paso por ahí delante,
me da por pensar en el tal Jesús Sánchez. No tengo ni idea de si era, es, un
buen fotógrafo, de si el fracaso de su negocio se debió a su falta de aptitudes
artísticas o a su mala gestión de los recursos económicos de que disponía. A
saber; también puede ser, simplemente que un buen día Jesús Sánchez, de unos
setenta años, se jubilase, echase el cierre y se fuese a disfrutar de su
pensión a un pueblecito de la costa. Ni idea. Pero si Jesús Sánchez fuese, por
ejemplo, un cuarentón con unas dotes excepcionales para la fotografía, que un
día abrió un negocio depositando en él todas sus expectativas y hasta el último
céntimo -peseta por aquel entonces- ahorrado, y después de una mala racha -tres
o cuatro clientes que desaparecieron sin pagar unas cuantiosísimas facturas, un
accidente que le impidió trabajar durante meses, un gran robo que no cubrió el
seguro o cualquier otra desgracia-, no tuvo más remedio que despedirse de su
propio negocio, entonces, me pregunto a veces, qué pensará cuando pasa por ahí
delante -si es que aún pasa por ahí- y ve los restos decadentes del que un día
fuera su sueño con ese letrero en el que aún hoy, sucio, después de años, puede
leerse su nombre: Jesús Sánchez.
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