jueves, 19 de junio de 2014

MEMORIAS DE... (parte 3)
     Ella era muy puta y él, bastante maricón. Ella me recordaba a Hope Sandoval, con sus ojos verdes, sus labios carnosos y su blanquísima piel, ...tan delgadita, tan frágil, que parecía hecha de porcelana. Me volvía loco; siempre que la veía llegar mi norte se confundía con mi sur y mis nervios tomaban el control de los mandos de la nave que mis neuronas abandonaban a toda velocidad. Él, siempre a su lado, sonriendo con picardía, jugueteando con su boa roja de chino de saldo, estirándose sobre los larguísimos tacones de sus botines de auténtica piel de lemur de Louis Vuitton. Me miraba con los ojos bien abiertos mientras la besaba; lo hacía con lascivia -tanto mirarme como besarla-, guiñándome un ojo de vez en cuando, introduciendo toda su lengua en su boca y recogiéndola después un poco más tarde de haberse separado sus labios.
     Una noche se me acercaron, borrachos los dos, calientes, ansiosos, febriles. Ella se adelantó un poco, se situó a pocos centímetros de mi boca y, sin pestañear, me dijo "esta noche quiero ser tuya", todo mi cuerpo tembló, después añadió "y él será nuestro espectador". Tomamos juntos tres o cuatro whiskys, sin dirigirnos ni una sola palabra, mirándonos muy fijamente a los ojos entre nosotros tres; de vez en cuando ella me lamía la cara, muy cerca de los labios, acto seguido le basaba a él, que estiraba su mano hasta alcanzar mis nalgas por debajo de la falda. Al cabo de un par de horas nos fuimos a mi casa; nada más entrar ella se desnudó a toda prisa, él se me acercó y me susurró "tienes tres horas, ni un minuto más; luego entraré yo en acción", se acercó a un sillón del salón y se desplomó sobre él al tiempo que cruzaba sus piernas como si fuese una bailarina del lejano oeste, exagerada y coqueta. Entonces ella, completamente desnuda, se irguió ante mí y con su mano derecha me indicó que deseaba que me arrodillase, me arrodillé, ella dijo "hazme tuya y seré tu esclava". Yo obedecí.

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