YA HEMOS PASADO LA GRIPE
Vas al médico por un simple dolor de cabeza
-más molestia que dolor- que no te puedes quitar de encima -o, más bien,
dentro- y, después de cuatro horas de pruebas a contra-reloj, sales del
hospital con un cáncer terminal. Son cosas que pasan, pienso mientras espero
que la doctora me atienda. Soy un hipocondriaco.
La cabeza está a punto de estallarme, los
párpados me pesan una barbaridad y las piernas me fallan, apenas me permiten
sostenerme unos segundos que empleo en desplazarme de una silla en la sala de espera
a otra en la consulta donde, directamente, me desplomo.
Esto tiene pinta de ser vírico, me dice.
¿Gripe?, pregunto yo; No, vírico, repite para después aclararme, la gripe ya la
hemos pasado.
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