domingo, 14 de septiembre de 2014

INSTRUCCIONES DE USO:
PONER UN DISCO DE MILES DAVIS
 Y, PASADOS DOS O TRES MINUTOS, EMPEZAR A LEER
     Sucedió hace mucho tiempo; al menos lo parece. Tú -ella- estabas lejos siempre; aquel día, aquella noche, no. Yo, en cambio, por primera vez en mucho tiempo, aunque como de costumbre mucho antes, no andaba cerca.
     Tú me llamaste, yo estaba con ella, que no era otra que tú misma -tú, la que fuiste cuando yo fui; los de mucho tiempo atrás-; te observaba, aspiraba tu aroma, bebía de tus labios, me detenía un rato para volver a bañarme en tus ojos y, de nuevo, otra vez a empezar. Tu cuerpo volvía a presentarse desnudo ante mí, como aquella primera noche; yo te besaba, te tocaba y te besaba de nuevo. Te estremecías, entre mis brazos, perdida entre mis labios y mis dedos, te estremecías. Yo te besaba.
     Comenzó a amanecer. Tú dormías sobre mi lecho, entre mis sábanas impregnadas de nuestro mutuo sudor. Yo te miraba. Me di cuenta de que tu cara no se difuminaba, como suele suceder con eso que llamamos 'recuerdo'; entonces supe que eras real.

No hay comentarios:

Publicar un comentario