TO BE
Rara vez es uno consciente del momento
exacto en que surge una idea, del origen preciso de una reflexión llamada al
crecimiento, del punto de inflexión al que después habrá de volverse; en este
caso, en cambio, tengo clarísimo cual fue 'el momento'.
"Estoy pobre", dijo el tío A,
"estoy pobre y no puedo comprártelo, no tengo dinero (aquí o ahora)".
El tío A, al igual que todos sus hermanos,
primos, hijos y amigos, pertenece a una burguesía bastante acomodada; no miente
cuando dice que 'está pobre', pues conoce la eventualidad de tal hecho: hoy -o
puede que durante cierta temporada más o menos prolongada- no dispone de medios
económicos abundantes a su alcance. Está, efectivamente, pobre.
A diferencia de lo que sucede con el
inglés, donde el verbo 'to be' se utiliza indistintamente para englobar
nuestros castizos 'ser' y 'estar', aquí no tenemos un único verbo capaz de
expresar sin distinción el estado -temporal- y el hecho -indefinido,
permanente, perdurable, duradero, eterno-.
Joaquín, en cambio, 'es pobre'; lo tiene
claro: "jamás he podido permitirme un buen par de zapatos con los que
resguardar mis pies del frío y la humedad invernales, soy pobre". Por
supuesto, Joaquín podría comprar un décimo de lotería agraciado con varios
millones, y es más que probable que algún día encuentre un trabajo bien
remunerado y su situación económica cambie radicalmente de signo; pero Joaquín
seguirá siendo -o al menos sintiéndose- pobre hasta el día de su muerte.
Resulta curiosa la fuerza de ciertas
palabras, de determinadas expresiones o estructuras gramaticales, la forma en
que su uso prolongado modela ideas en nuestros cerebros hasta arraigarlas de
forma incontestable; la magia de la dialéctica.
Después de crecer oyendo que 'eran pobres'
-sus padres, sus hermanos, él mismo... su familia entera-, Joaquín tiene claro
que es pobre; lo es, no lo está, y siempre lo será. Con esta certeza Joaquín
asume, amén de su inferioridad de medios económicos disponibles frente a
algunos de sus coetáneos, una serie de roles y limitaciones propias de los
individuos de su clase. Joaquín es pobre y, por lo tanto, ciertos lugares y privilegios
le están vetados de por vida; Joaquín no espera alojarse jamás en un hotel de
lujo, ni realizar un viaje en primera, ni ir a cenar a un restaurante con seis
meses de lista de espera, Joaquín no pedirá nunca un préstamo excesivamente
elevado para comprar una casa en la costa mediterránea con unas condiciones
increíblemente benévolas. Joaquín, incluso, terminará por asumir que no se
merece el sueldo que tendrá ni el trabajo que se lo proporcionará; Joaquín
llegará a ser neurocirujano -uno de los mejores de todo el mundo-, además de conservar
su puesto como miembro vitalicio del club de los pobres de facto, 'aunque últimamente
lleve una buena racha', por supuesto, de prestado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario