miércoles, 24 de septiembre de 2014

     En total, me sobraron tres palabras; en serio, no sabía qué hacer con ellas, tan ligeras, tan poco definidas, tan estúpidas e innecesarias. Pensé en conjugarlas, encadenarlas a través de sus... nueve o diez millones de posibles combinaciones; semejante trabajo me tomó días, meses de arduos esfuerzos no remunerados e improductivos. Nada. Así que, al final, me decidí a desterrarlas, sin compasión ni réplicas posibles ni recursos judiciales ni lágrimas ni espectáculos televisivos ni vuelta de hoja ni remordimientos. Simplemente 'adiós'; mientras, ella se asomaba a la ventana y aprendía a llorar.

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