Y EL FINAL LLEGÓ
Olfateaban con cuidado el aire pesado y
oscuro de la última de las noches en paz; un aroma sangriento y rancio
adquiriendo lentamente un protagonismo que no tardaría en salirle demasiado
caro a los sabuesos de la memoria.
Ya no quedan hombres de verdad. Lo he oído
tantas veces que empiezo a creérmelo; está claro, yo no puedo ser real, tampoco
soy un hombre de verdad, sino el fantasma de un niño destetado demasiado tarde
y desterrado desde la cuna, puede que incluso antes de ocuparla. Pero eso, yo y
mi historia personal, en el fondo da igual..., lo que importa es que, a pesar
de que finalmente todos fueron capaces de percibir el hedor que vaticinaba el
inevitable desenlace de este intento fallido de Humanidad, nadie pareció
inmutarse; ninguna mirada dubitativa o humedecida, ninguna mano temblorosa,
ningún alma oprimida, ningún corazón desbocado..., sólo siete mil millones de
narices alzadas buscando la confirmación de lo que llevaba siglos escrito en el
Gran Cilindro de Jacques: mis queridos hijos, mis amadas hijas, esto se acabó,
os toca pagar la cuenta -incluso a ti, Leonard, ninguna de tus canciones ha
conseguido salvarlos... salvaros-; ya os lo había dicho hace mucho tiempo, no
siempre iba a mirar hacia otro lado, qué esperabais, no os sonriáis, no penséis
que voy de farol, de hoy... de hoy, no va a pasar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario