CANCIÓN NÚMERO 7
Todo empieza como suele hacerlo en estos
casos: primero confusión, después Faulkner -ruido y furia-, finalmente caos.
Cuerdas de acero tensadas hasta acercarse al vacío del acantilado; golpeadas,
manoseadas, arañadas con violenta necesidad animal. Pellejos, parches y cueros
resquebrajados a punto de ceder a la presión de la inmediatez testaruda.
Gargantas enrojecidas a punto de estallar en cascadas sanguinolentas de
verborrea estéril, yerma, incapaz de cumplir consigo misma.
Oscuridad...; la noche más larga, el
amanecer más lejano. El eco de risas invisibles rebotando de pared en pared, sordera
y ceguera urdiendo un plan maestro en contra de su protector. Hoy yacerás con
otro cuerpo dentro de otro nombre, con otro calor, en otra habitación alquilada;
mañana... ¿mañana?
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