"No
entendía por qué los muertos querían tener encima estas imitaciones de palacios.
Aquel cementerio era la soberbia convertida en piedra. En lugar de haberse
vuelto más razonables después de muertos, los habitantes del cementerio eran
aún más necios que cuando vivían. Exhibían su importancia en esos monumentos.
Los que descansaban ahí no eran padres, hermanos, hijos o abuelitas, sino
dignatarios y hombres públicos, portadores de títulos, distinciones y honores;
hasta los empleados de correos exponían aquí a la admiración pública su
posición, su importancia social, su dignidad".
Milan Kundera de su obra 'LA INSOPORTABLE LEVEDAD
DEL SER' (1984)
La ignorancia y la estupidez corretean de la mano con una sonrisa en el rostro.
ResponderEliminarTodo eso y mas es innato en el ser humano, casi como el respirar y el cagar.