jueves, 18 de diciembre de 2014

TIEMPO
     Tiempo..., todo se resume a su falsa posesión, a la imposibilidad, aunque solamos creer lo contrario, de disponer de él a voluntad.
     Minutos deslizándose hacia un vacío irreversible, irrecuperable e irresistible; días cayendo en la oscuridad del tiempo pasado, que ya no es tiempo, pues una vez vivido se detiene en imágenes fijas, instantáneas con las que decorar algún rincón de la propia casa o con las que tapar alguna grieta inoportuna; años fulminados como milicianos atrapados al final de la guerra, cuando ya no hacen falta rehenes y la necesidad de sangre es tal que resulta sumamente fácil organizar un pelotón de fusilamiento en pocos segundos.
     Ayer no fue tan largo como hubiésemos querido y hoy es una incógnita; olvidamos que todos los contenedores de tiempo han sido definidos y acotados por matemáticos crueles que nos han condenado a la finitud perpetua, al uniforme colegial, al minutero de un reloj de pared en la más gris aula de un colegio sin jardines ni fuentes. Todos los días son exactamente iguales por definición: una sucesión de segundos y minutos hasta completar las fantásticas e insuficientes veinticuatro horas. Tal vez mañana, pensamos, tal vez mañana sea diferente, quizá tenga un poquito más... un poquito más de... tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario