sábado, 24 de enero de 2015

FRÍO
     Melancolía. Frío fuera, y dentro también; aún más frío, o no, tal vez simplemente... Competición estúpida. Tristeza, tristeza de vivir y cierta dosis de apatía.
     Fuera llueve, y graniza, el viento sopla con odio -hacia la raza humana, hacia los hijos semejantes de Dios, hacia mí-; dentro una mesa, un vaso con botella a juego, un cuaderno, un bolígrafo cualquiera. Han abierto un comedor con capacidad para mil ochocientos comensales sólo para mí, para mi ego, mis necesidades y mi virilidad oxidada, dormida, durmiente; hace frío ¿fuera, dentro? Observo las dimensiones de este gran salón solitario en el que la música suena exclusivamente para tocarme las narices a mí: mesas, sillas, platos, cubiertos, manteles, lámparas, cables, servilletas, cartas, vasos y copas, cuadros, pantallas de televisión, altavoces y un par de figuras de los Blues Brothers a tamaño real; melancolía, desolación, apatía... Tanta como para que no importe mucho dejar de respirar mientras estas líneas se escriben por si solas.
     Entiendo a mi padre. Hoy, ahora, en momentos como éste, creo que entiendo a mi padre: mil kilómetros sin dormir para comer y decir adiós mientras suenan Los Ronaldos, "adiós papá, adiós papá, envíanos un poco de dinero, más".
     No llueve, diluvia. Me duelen las manos, me duelen los pies, siento que estoy a punto de vomitar..., no puedo más; pero el teléfono ha sonado, alguien necesita mis servicios. Seré su puta una vez más, a cambio de unos cuantos papelitos de colores a los que alguien mucho más listo que yo ha asignado el valor monetario de mi tranquilidad durante toda una tarde. Adiós papá, adiós papá... nos veremos en... puede que en un área de descanso, tiritando, congelados, al borde del suicidio no premeditado, a punto de desistir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario