sábado, 21 de noviembre de 2015

MARTE, UNA FÁBULA (O UNA CRÓNICA)
     Marte. Hace cuatro mil millones de años; por aquel entonces no era un árido desierto rojo. Numah observa el cielo: el sol en todo lo alto; así ha sido, ininterrumpidamente, durante los últimos dos años. Poco a poco el núcleo comenzó a enfriarse y así, terminó por perder su magnetismo, la rotación se detuvo y...
     Numah piensa en Chant, su primo pequeño; allá, al otro lado del planeta, donde siempre es de noche, quizá él esté sentado en su ventana mirando hacia el cielo y pensando en ella. Aunque con tanto frío parece poco probable. Da igual, desde que todas las comunicaciones cayeron, no hay forma de saber qué ocurre en cualquier lugar que esté a más de doscientos kilómetros y, en cualquier caso, Numah no cree que a los habitantes de fuera de la ciudad les hiciese gracia descubrir que unos cuantos de ésta, entre ellos su propio padre, estén construyendo una aeronave con la que planean abandonar su mundo e instalarse en el planeta vecino con la esperanza de que no haya vida inteligente, puedan colonizarlo y prosperar en él.
     Tierra, así planean llamarlo. Quién sabe qué aventuras les aguardan en aquel lugar, cuál será el destino de todos los amigos y hermanos que tengan que esperar a que los colonos estén en condiciones de organizar un éxodo masivo para todo el planeta; qué milagros obrará el paso del tiempo en una tierra tan parecida a la marciana y, a la vez, tan distinta. Qué aspecto tendrá nuestro rostro dentro de mil millones de años, después de haber sobrevivido al fin de nuestra civilización, cuando ya no quede rastro de nosotros en la que ha sido nuestra casa. Cómo serán nuestras caras, nuestras manos, estas piernas fuertes con las que ahora, nos disponemos a saltar.

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