Hoy, finalmente, ha comenzado de forma
rotunda, incontestable, esa época del año, de la vida incluso, tan propicia a
la depresión. La sensación de derrota, de debacle e irreversibilidad, lo
impregna todo con su plomizo manto gris; resulta difícil tarea sobreponerse y
sonreírle a los niños que, con las manos abiertas y las palmas hacia arriba, te
preguntan qué está pasando, cuál es el motivo de que a todos los adultos les
cueste tanto mirar hacia el cielo sin llorar, sin perder la compostura y
echarse a temblar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario