sábado, 23 de enero de 2016

HISTORIA DE UN ARTÍCULO PENDIENTE DE SER ESCRITO
     Quién lo hubiera dicho: a Jacobus Stolz terminaron por acabársele las ideas. Llamado a escribir la última gran novela prusa -todo el mundo así lo creía-, o la primera gran novela del siglo XXI, aquella por la que sería recordado infinidad de milenios después de su paso a mejor vida; el no tan joven Stolz, después de un par de novelas que podrían ser consideradas de fracaso total tras verse relegadas al papel de la obra de culto para una minoría a la que la misma resultaba inaccesible, y varios cientos de artículos firmados con nombres falsos y seudónimos como colaborador en publicaciones de cierta relevancia en la opinión popular internacional, se veía abocado al desierto dado que llevaba la friolera de veintisiete días (¡¡27!!) sin escribir palabra. Todo esto tenía lugar coincidiendo con el primer encargo que Jacobus tenía por parte de una editorial seria para publicar algo con su propio nombre; la sensación de fracaso era total: devastadora, asesina, demencial, aplastante.
     ¿Qué podía hacer? El trece de agosto de ese mismo año -quince días después de que el plazo de la editorial cumpliese- ingresó voluntariamente en el hospital psiquiátrico comarcal. Allí permaneció durante unos cuatro meses, tiempo que empleó, entre otras cosas, en redactar y revisar las páginas que componen el trabajo cuya presentación nos ocupa hoy. Y, como dijera Mayra Gómez Kemp, hasta aquí puedo leer.

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