HISTORIA DE UN ARTÍCULO PENDIENTE DE SER
ESCRITO
Quién lo hubiera dicho: a Jacobus Stolz
terminaron por acabársele las ideas. Llamado a escribir la última gran novela
prusa -todo el mundo así lo creía-, o la primera gran novela del siglo XXI,
aquella por la que sería recordado infinidad de milenios después de su paso a
mejor vida; el no tan joven Stolz, después de un par de novelas que podrían ser
consideradas de fracaso total tras verse relegadas al papel de la obra de culto
para una minoría a la que la misma resultaba inaccesible, y varios cientos de
artículos firmados con nombres falsos y seudónimos como colaborador en
publicaciones de cierta relevancia en la opinión popular internacional, se veía
abocado al desierto dado que llevaba la friolera de veintisiete días (¡¡27!!)
sin escribir palabra. Todo esto tenía lugar coincidiendo con el primer encargo
que Jacobus tenía por parte de una editorial seria para publicar algo con su
propio nombre; la sensación de fracaso era total: devastadora, asesina,
demencial, aplastante.
¿Qué podía hacer? El trece de agosto de ese
mismo año -quince días después de que el plazo de la editorial cumpliese-
ingresó voluntariamente en el hospital psiquiátrico comarcal. Allí permaneció
durante unos cuatro meses, tiempo que empleó, entre otras cosas, en redactar y
revisar las páginas que componen el trabajo cuya presentación nos ocupa hoy. Y,
como dijera Mayra Gómez Kemp, hasta aquí puedo leer.
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