Vivir
como viven: las personas,
esa
otra gente tan normal
que
en nada se parece
ni
a ti muchos días,
ni
a mí ninguna noche.
Vivir
a crédito,
a
todo trapo,
a
toda vela:
coches,
máquinas, ácidos,
áticos...
queso curado y
un
buen vino tinto
mientras
la cabeza coge polvo
sucio
y blanco.
Y
hablas de la pureza;
el
llanto de un niño,
la
sonrisa de una niña,
nada
que ver
con
un estúpido armado,
bolígrafo
en mano, listo
para
alguna clase de acción.
Escribir
a trompicones:
cabezadas,
madrugones y
demasiada
cafeína circulando
dentro de las venas,
así
que te alteras y yo,
que
soy como soy,
mientras
tanto, sonrío
dejando
ver entre los labios
gruesos
y sucios,
la
oscuridad eterna
del
pozo sin fondo conocido.
Pero
no dejes, nunca,
bajo
ningún concepto, so pena capital,
que
nadie imite esta locura;
todos
vosotros tenéis derecho
a
la sonrisa más pura.
Podrá
un día no haber poetas
y
entonces,
¿quién
sabrá ver la poesía?
No hay comentarios:
Publicar un comentario