domingo, 14 de febrero de 2016

Vivir como viven: las personas,
esa otra gente tan normal
que en nada se parece
ni a ti muchos días,
ni a mí ninguna noche.

Vivir a crédito,
a todo trapo,
a toda vela:
coches, máquinas, ácidos,
áticos... queso curado y
un buen vino tinto
mientras la cabeza coge polvo
sucio y blanco.
Y hablas de la pureza;
el llanto de un niño,
la sonrisa de una niña,
nada que ver
con un estúpido armado,
bolígrafo en mano, listo
para alguna clase de acción.

Escribir a trompicones:
cabezadas, madrugones y
demasiada cafeína circulando
dentro de las venas,
así que te alteras y yo,
que soy como soy,
mientras tanto, sonrío
dejando ver entre los labios
gruesos y sucios,
la oscuridad eterna
del pozo sin fondo conocido.
Pero no dejes, nunca,
bajo ningún concepto, so pena capital,
que nadie imite esta locura;
todos vosotros tenéis derecho
a la sonrisa más pura.

Podrá un día no haber poetas
y entonces,
¿quién sabrá ver la poesía?

No hay comentarios:

Publicar un comentario