lunes, 18 de julio de 2016

Tres pasos dieron, solo tres:
uno a la derecha,
otro a la izquierda y
un último movimiento,
rápido como el salto de un enfermo,
hacia el vacío absoluto.
Después
noche, frío, soledad;
una masa roja y húmeda
preparándolo todo para el resbalón final,
como si todos los corazones,
de los niños, de los ancianos,
estuvieran ahora bien sujetos,
encerrados,
en unas manos que solo saben apretar.

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