miércoles, 21 de diciembre de 2016

HISTORIA DE UNA CARTA DE AMOR QUE NUCA SERÁ ENVIADA
     Todo comienza con nuestras miradas encontrándose, nuestros ojos retándose, las pupilas desafiantes; después viene el primer beso, ligero, sedoso, más hambriento que sediento.
     En mi imaginación hemos hecho el amor cientos de veces, tantas como días nos hemos visto desde aquel primer viernes hace ya veinte años; puede que incluso alguna más.
     Siempre es igual. Con la llegada del último día de la semana laboral tú apareces con tus cajas, tus albaranes y tus partes de entrega; yo siempre me siento con ganas de arreglarme con la mañana, 'hoy me encuentro un poco coqueta' me digo frente al espejo, justo antes de girarme y abrirte la puerta. Entonces te sonrío y tú, me respondes; yo me derrito. Durante unos diez, quince minutos, charlamos; son tantas las cosas en las que coincidimos, tantos nuestros encuentros, que parece imposible pensar que lo nuestro podría no funcionar. Claro, todo esto lo digo desde la distancia prudente, desde mi encantada estancia en el misterio.
     Cuando llega la hora de despedirnos... ahí es cuando, siempre, veo en tus ojos un desafío o una invitación, una suerte de cómplice sonrisa que me confiesa que tú también lo estás deseando, que anhelas el beso. Pero yo dudo, tú no te atreves; nos dejamos escapar. Otra semana más. Mes tras mes, los años sucediéndose.
     A veces me pregunto si algún día dejará de ser así, si conseguiremos dar el salto y cruzar nuestros límites; aunque sólo sea una vez, por un simple sentimiento deudor de nuestras íntimas necesidades. Expectativas; ¿será ya demasiado tarde? Inevitablemente hay días en que pienso que nuestras canas debieran liberarnos de una vez; otros creo que son ellas mismas, junto con nuestras más profundas arrugas, las que nos frenan y retienen a este lado de la barreta, tristemente asentados en la cómoda seguridad del deseo.
     Quizá algún día, quizá... tú y yo, nosotros dos a este lado de la realidad, fundiéndonos desnudos en el dulce abrazo de los sueños alcanzados.

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