KEEP ON FIGHTING
No
lo permitas,
el
de-ve-nir... no te debe superar;
aunque
la inevitable bruma
de
la soledad,
la
triste certeza
de
la realidad
y
el tedioso círculo
de
la prudencia
-porque
la prudencia, como el miedo,
mata
el tiempo dando vueltas y
más
vueltas
delante
de tu puerta
cuando
no sabe qué hacer-
pretendan
asolar
el
castillo que tanto te ha costado
edificar:
tu
identidad, tu vida, tu razón;
no
olvides que, después de todo,
tras
el primer corte profundo
todos
empezamos a sangrar.
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