Así
está la cosa: toda una especie a punto de desaparecer. Qué le vamos a hacer, tal es el carácter del somormujo irlandés.
Coincidiendo
con el fin del invierno, y justo antes de la llegada de los vientos primaverales,
bandadas de ellos desembarcan en las poblaciones costeras del norte de nuestro
país. Su naturaleza aventurera y alocada, a menudo, les lleva a adentrarse en
regiones interiores, dónde, habida cuenta de su conducta kamikaze, terminan
perdiendo la vida empotrados, casi siempre, en las rejillas de las parrillas
delanteras de turismos, furgonetas y camiones.
Desde
tiempos inmemoriales, estas graciosas aves, poseedoras de un divertido y
melódico canto, han estado visitando nuestras tierras. EL creciente uso de
vehículos y el asfaltado de nuestros caminos son las causas principales de la
devastadora situación de esta especie autóctona del sur de Irlanda y el oeste
del Reino Unido.
Con
un número de 'avistamientos' cada vez menor -apenas unos 50.000 ejemplares el
pasado 1967-, nos enfrentamos, a todas luces, a la desaparición del simpático
somormujo irlandés y sus melodiosas visitas primaverales a nuestra península.
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