jueves, 9 de mayo de 2013


Así fue cómo sucedió,
como ocurren todas las cosas
que nacieron escritas;
ninguno de los dos estaba preparado y,
aún así, nada pudimos hacer.
No hacía ningún frío
aquella inesperada noche de diciembre,
sobraban las chaquetas y
las estúpidas palabras que
tantas veces nos atrapan,
estaban también de más.
Hubo un par de miradas
-primero, creo, fui yo quien,
como un engreído seguro de sí mismo,
te guiñó un ojo;
después te pesqué atisbándome
y sonreíste con picardía-,
más tarde llegaron
los dedos entrelazados, las manos
confundiéndose bajo la ropa,
...los labios negándose
a la despedida obligada.
Nueve cifras apuntadas a toda prisa y
la vida pasó y todo cambió...,
porque las cosas que no tienen mucho sentido
fueron creadas para ser recicladas
-al menos cada cierto tiempo-.
No hubo vuelta de hoja, no la hay;
y... después de todo,
¿quién quiere que la haya?

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