NOTA DE RECHAZO NÚMERO OCHO MIL MILLONES
Demasiadas notas de rechazo. Cincuenta y
seis editoriales en esta ciudad y cincuenta y siete notas de rechazo encima de
este escritorio sobre el que todo lo he hecho, desde traer al mundo a varias
docenas de hijos bastardos hasta morir, resucitar y volver a morir. Demasiadas
notas de rechazo..., demasiadas para no abrir otra botella de vino y
convertirme en el penúltimo escritor proscrito del panteón de los grandes,
castos, nobles e inmaculados creadores de tendencias ideológicas.
Que le den por el culo al primer marqués de
Vargas Llosa y su puñetera obsesión con incluir vergas en todos sus escritos.
Que le den a la autocensura que amenaza con echarme encima sus garras. Que le
den a las posibilidades, a las combinaciones taoístas y a la providencia no
divina. Que le den a la cautela y a la precaución. Que les den a todos los
tarados seguidores de William Faulkner. Supongo que jamás llegaré a tener ninguna
segunda edición, puede que ni otra primera, pero prefiero seguir en el lado más
húmedo y oscuro del arte que en la sinrazón del escribiente, que no escritor, o
en la trágica vanagloria en que de vez en cuando incurren aquellos que son
adulados durante demasiado tiempo. Que les den a los grandes gurús y a sus
chulos, que le den a todas las notas de rechazo del mundo.
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