"En
torno suyo, las caras de los empleados, cargadas de inexpresiva seriedad,
parecían exentas de vida. Aquellas caras vacías, el cerrado conformismo que
reflejaban, le producían a Rodell un tedio inmenso. Todos trabajaban en
silencio, inclinados sobre sus mesas, y Rodell se inclinó sobre la suya,
rodeado de cadáveres".
Antonio Rabinad de su obra 'LOS CONTACTOS FURTIVOS'
(1956)
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