AHORA QUE NO ESTOY (pt.07/18)
Un, dos, tres..., un, dos, tres...
El Blues tuvo un hijo, lo llamaron
Rock´n´Roll.
Un, dos, tres...
Siempre he querido empezar así una canción.
Supongo que todo compositor -qué palabra- tiene sus vacas sagradas metafóricas,
cada cual a su papel, cada uno a su droga, que no todas son para todos. Pero en
lo que se refiere al verbo, a la palabra, al don en la mismísima punta de la
lengua... Rock´n´Roll, esto es puro Rock´n´Roll.
Un, dos, tres...
Y a pesar de mi más que constatada y
ferviente repulsa hacia el groso de las manifestaciones sonoras de los primeros
años 80, ¡divino comienzo! Al fin y al cabo, yo nací en los 80.
Un, dos, tres...
¡Bienvenidos hijos del Rock´n´Roll!
Un, dos, tres...
Bienvenidos hijos del amor, bienvenidos
hijos del dolor, bienvenidos hijos del esperma y la eyaculación pausada,
meditada, bienvenidos hijos del silencio, bienvenidos hijos del ruido...,
bienvenidos hijos de un coño no inmaculado.
Un, dos, tres...
Si, ya lo he dicho, tantas veces antes y
con tanta urgencia siempre, que ya es algo más que familiar; el Rock´n´Roll es
necesidad, necesidad inmediata. Y eso, queridos pequeñines, no es más que una
buena paja en la primera ducha de la mañana.
Un, dos, tres...
Pasión animal, ánimo animal: vista al cielo
mientras espero, mirada al suelo al cantar. Sólo Jimmy Page mira hacia la
izquierda, y lo hace mientras porta un flamante uniforme de las SS. A veces la
necesidad puede ser lo suficientemente grande como para olvidar la coherencia
en cualquier esquina, a la vista de cualquier chulo.
Un, dos, tres...
Repulsa hacia lo políticamente correcto, o
como a mí me gusta llamarlo, y a riesgo de ser repetitivo, la corrección
política.
Un, dos, tres...
Si aún no lo has vivido, no lo vas a
comprender.
Un, dos, tres.
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