jueves, 11 de junio de 2015

AHORA QUE NO ESTOY (pt.07/18)
     Un, dos, tres..., un, dos, tres...
     El Blues tuvo un hijo, lo llamaron Rock´n´Roll.
     Un, dos, tres...
     Siempre he querido empezar así una canción. Supongo que todo compositor -qué palabra- tiene sus vacas sagradas metafóricas, cada cual a su papel, cada uno a su droga, que no todas son para todos. Pero en lo que se refiere al verbo, a la palabra, al don en la mismísima punta de la lengua... Rock´n´Roll, esto es puro Rock´n´Roll.
     Un, dos, tres...
     Y a pesar de mi más que constatada y ferviente repulsa hacia el groso de las manifestaciones sonoras de los primeros años 80, ¡divino comienzo! Al fin y al cabo, yo nací en los 80.
     Un, dos, tres...
     ¡Bienvenidos hijos del Rock´n´Roll!
     Un, dos, tres...
     Bienvenidos hijos del amor, bienvenidos hijos del dolor, bienvenidos hijos del esperma y la eyaculación pausada, meditada, bienvenidos hijos del silencio, bienvenidos hijos del ruido..., bienvenidos hijos de un coño no inmaculado.
     Un, dos, tres...
     Si, ya lo he dicho, tantas veces antes y con tanta urgencia siempre, que ya es algo más que familiar; el Rock´n´Roll es necesidad, necesidad inmediata. Y eso, queridos pequeñines, no es más que una buena paja en la primera ducha de la mañana.
     Un, dos, tres...
     Pasión animal, ánimo animal: vista al cielo mientras espero, mirada al suelo al cantar. Sólo Jimmy Page mira hacia la izquierda, y lo hace mientras porta un flamante uniforme de las SS. A veces la necesidad puede ser lo suficientemente grande como para olvidar la coherencia en cualquier esquina, a la vista de cualquier chulo.
     Un, dos, tres...
     Repulsa hacia lo políticamente correcto, o como a mí me gusta llamarlo, y a riesgo de ser repetitivo, la corrección política.
     Un, dos, tres...
     Si aún no lo has vivido, no lo vas a comprender.
     Un, dos, tres.

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