jueves, 18 de junio de 2015

AHORA QUE NO ESTOY (pt.08/18)
     Siendo pequeño, bastante pequeño, con apenas dos o tres años de edad, a mi abuela le pidieron que me dejase, en préstamo o algo así -supongo-, para utilizarme como maniquí viviente en una boutique, ¡uh!, de ropa infantil.
     Era un niño tan mono...
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     Por cierto, allá por los felices 40 -felices porque yo lo diga-, el Señor Camilo Alonso Vega, ministro de Gobernación y director general de la Guardia Civil en tiempos de Franco, intentó en repetidas ocasiones 'adoptar' -más bien comprar, pues no era huérfana- a mi abuela, con el fin de convertirla en su heredera.
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     Era un niño tan mono..., eso decían.
     Entonces, por aquel entonces quiero decir, sabía tan poco de tan pocas cosas: de notas de colores y partituras imposibles, de estrellas en la noche, de focos rojos sobre un escenario, de focos rojos junto a un sofá, de pentagramas grises y escalas invisibles, de la distancia, del ruido y el silencio, de la edad, de las edades, de nuestra edad, de nubes blancas, del espíritu del vino, de los hombres de negro y los hombres negros, de la belleza de lo simple, de la belleza del detalle, del sudor de los cuerpos desnudos, del sabor de los labios de la mujer amada, del calor del Rock´n´Roll. Tan poco de todo aquello que de verdad importa.
     Y otra vez, supongo que éste es otro capítulo más de una (ya) larga lista de capítulos sin terminar (de ser lo que yo quisiera que fuesen).
     En fin; era un niño tan mono...

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