AHORA QUE NO ESTOY (pt.16/18)
Estaba abrillantando el portal de una de
las comunidades que han tenido a bien contratar mis servicios para el
mantenimiento de las mismas -vamos, que soy 'el de la limpieza'-, cuando oí a
mi espalda un leve crujido de zapatos que hizo que me girase.
-Hola
-Hola; no te preocupes, puedes pisar.
El muchacho, un veinteañero con síndrome de
down -no he dicho que lo sufra ni que lo padezca, ojo, simplemente con síndrome
de down- se ha percatado de que intento no pisar la zona donde estoy aplicando
una mano de cera y, supongo, no está seguro de poder pisar el lugar en que
ahora están sus zapatos negros de cordones, sin molestar o interferir en mi
trabajo.
-No te preocupes hombre... -insisto-,
puedes pisar.
-Gracias. ¡Hasta luego!
-Hasta ahora.
Apenas un minuto más tarde, el ascensor en que
el muchacho acaba de subir hasta su planta, en compañía de una caja de cartón
en la que guardo un par de botes de cera, está de nuevo en el portal. El chico,
lo ha enviado de vuelta.
Y ya no
hay más que decir.
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